Esta
experiencia novedosa para los estudiantes no solo se queda en los individuos,
sino que trasciende a todo el núcleo familiar. Ahora es tiempo de ver como el
lazo de amor cultivado por los padres hacia lo hijos hoy se invierte hacia
ellos.
Cada uno de los alumnos tiene una historia o anécdota que contar. “Es interesante ver como la vida da vueltas, parece que fue ayer que yo solía llevar a mi nieto a su kinder y hoy es él quien me trae y lleva a la universidad en su auto”, aseguran.
Otra es la historia de María Elba Rojas quien está contenta con la atención que recibe de sus hijas, las cuales están pendientes de las tareas y materiales que debe preparar para sus clases de sábado.
Pero este fenómeno no sólo es a nivel del núcleo familiar, puesto que ahora es la sociedad la que vela por ellos.
Hace cuatro semanas atrás, la presencia de los adultos mayores por los pasillos de la universidad era motivo de curiosidad; en cambio ahora, los jóvenes son los que se integran a las actividades que se programan desde la coordinadora.
“Tengo ayudantes hasta fin de año. Ellos se brindan voluntariamente y están pendientes de las necesidades de este grupo de adultos”, asegura Raquel Crespo.
De igual manera los alumnos, que serán parte de la primera promoción dela Universidad para el
Adulto Mayor, también podrán devolver algo de lo recibido durante este año a la
sociedad, puesto que para graduarse a fin de año, deberán cumplir con una carga
horaria de servicio social.
“Ellos perfilarán un programa de acción social y lo desarrollarán, poniendo en práctica todo lo aprendido”, finaliza Raquel Crespo.
Javier Vásquez Alcazar, de 65 años, enfatiza que ellos no están viejos y que aun no ha terminado la vida, sino que al llegar a la tercera edad necesitan recuperar lo que antes conocían, es decir mantener la mente activa y la universidad es el mejor proyecto que a la fecha está encarando.
Cada uno de los alumnos tiene una historia o anécdota que contar. “Es interesante ver como la vida da vueltas, parece que fue ayer que yo solía llevar a mi nieto a su kinder y hoy es él quien me trae y lleva a la universidad en su auto”, aseguran.
Otra es la historia de María Elba Rojas quien está contenta con la atención que recibe de sus hijas, las cuales están pendientes de las tareas y materiales que debe preparar para sus clases de sábado.
Pero este fenómeno no sólo es a nivel del núcleo familiar, puesto que ahora es la sociedad la que vela por ellos.
Hace cuatro semanas atrás, la presencia de los adultos mayores por los pasillos de la universidad era motivo de curiosidad; en cambio ahora, los jóvenes son los que se integran a las actividades que se programan desde la coordinadora.
“Tengo ayudantes hasta fin de año. Ellos se brindan voluntariamente y están pendientes de las necesidades de este grupo de adultos”, asegura Raquel Crespo.
De igual manera los alumnos, que serán parte de la primera promoción de
“Ellos perfilarán un programa de acción social y lo desarrollarán, poniendo en práctica todo lo aprendido”, finaliza Raquel Crespo.
Javier Vásquez Alcazar, de 65 años, enfatiza que ellos no están viejos y que aun no ha terminado la vida, sino que al llegar a la tercera edad necesitan recuperar lo que antes conocían, es decir mantener la mente activa y la universidad es el mejor proyecto que a la fecha está encarando.
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